La pirotecnia siempre ha estado en continua evolución, y más aún en los últimos años. El gran avance de la informática y la electrónica han marcado un punto clave en este arte. Hasta hace escasos años (1995) la mayoría de los espectáculos se realizaban manualmente. Más adelante se diseñaron otros sistemas más sofisticados que disponen de un pequeño «ordenador» que permite programar las órdenes de fuego, creando así disparos sucesivos con unos intervalos de milésimas de segundo. Con esta técnica se comenzaron a disparar las conocidas «secuencias digitales» o de «fuego progresivo» en las que los efectos van formando movimientos como abanicos, recorridos, etc. Estos avances han logrado que podamos ser testigos de eventos piromusicales, en los que un ordenador va dando órdenes de fuego con gran precisión y al ritmo de la música a las diferentes piezas que conforman el castillo o incluso en la famosa mascletá, podamos escuchar ritmos musicales creados por la explosión rítmica de los truenos. Pero la técnica a la vez de mejorar el espectáculo y ofrecernos la posibilidad de disparar bellísimas creaciones impensables con los medios tradicionales, hace más sofisticados los despliegues, haciendo necesaria la extensión de varios kilómetros de cables para conseguir accionar todos los elementos del espectáculo y dar posibilidad a que un pequeño error en el sistema de disparo (las máquinas pueden no responder como uno espera) puedan tirar por tierra muchas horas de trabajo.
En la actualidad la pirotecnia no solo es usada en exteriores, gracias a la tecnología, la pirotecnia es utilizada en interiores, es decir, dentro de cuartos, salones, teatros, estadios, etc. Este tipo de pirotecnia, llamada pirotecnia fría (pirotecnia indoor) o efectos especiales.
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